Así dicho, puede resultar extraño para la mente occidental. Sin embargo, una vez más, Oriente nos enseña que el cuerpo es un equilibrio energético y que, precisamente por eso, muchas de sus dolencias son simples descompensaciones de determinados puntos. Incluso antes de que se alcanzar el conocimiento científico que tenemos a día de hoy del funcionamiento del organismo, en China ya se utilizaban técnicas de medicina natural que consideraban al ser humano un equilibrio de vibraciones. Sí, suena a chino –nunca mejor dicho- pero su explicación científica no hace más que ganar enteros en el mundo de la salud y del bienestar del cuerpo.
La popularización de la acupuntura –que se lleva utilizando años en medicina deportiva- y el Reiki -como complemento de la medicina convencional- son dos de los mejores ejemplos de hasta qué punto la bio-energía cuenta con la aprobación de la comunidad médica: hace apenas unos días se publicaba que España ha comenzado a incorporar tímidamente ambas técnicas como parte de sus tratamientos hospitalarios. Una incorporación que en Estados Unidos, pionera en la convivencia de la medicina natural con la medicina formal, se realizó hace algunos años ya en pacientes con dolores crónicos. No es una alternativa a la medicina, no nos engañemos. Pero sí es cierto que aprovechar y organizar la energía del cuerpo se ha convertido en un complemento único para ayudar a sanar.
Para entender su funcionamiento, hemos de mirarnos como si fuéramos un mapa de carreteras de energía siempre en hora punta y como si nuestro cuerpo fuera una suma de partículas en constante vibración. Partículas que, por factores ajenos –estrés, malas posturas, deficiencias alimentarias, contaminación ambiental, etc.- se pueden descompensar provocando diferentes dolencias según el canal desequilibrado. Una situación que, cómo no puede ser de otra manera, reafirma que el cuerpo es un espejo en el que se reflejan todos esos desequilibrios traduciéndose en dolencias.
Hemos tardado 40 siglos en descubrirla y en incorporarla a nuestro espectro de cuidados, pero se ha implantado con fuerza como paliativo para diferentes dolencias como los dolores musculares, estados anímicos de tristeza o depresivos e, incluso, en el tratamiento de migrañas crónicas. Y, como no podía ser de otra manera, cada vez son más los centros estéticos que han apostado por el equilibrio de energías como tratamiento. Desde la mejora de la circulación –con importantes efectos sobre la celulitis- a través de los masajes manuales a la aplicación de agujas en técnicas de reflexología o, incluso, para paliar los signos de la edad en la piel.
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